Estrés oxidativo y ejercicio físico
Existe una relación directa entre estrés oxidativo y ejercicio físico que en este artículo intentaremos explicar. Es indiscutible que el ejercicio físico es fundamental, junto con una alimentación saludable, para tener una buena salud y gozar de bienestar. Sin embargo, la intensidad con la que realizamos el ejercicio puede aumentar la producción de radicales libres en el organismo, favoreciendo el estrés oxidativo.
Pero, ¿qué quiere decir esto?¿Por qué se produce este efecto?
¿Qué es el estrés oxidativo?
Se entiende por estrés oxidativo el desequilibrio entre los mecanismos fisiológicos responsables de la producción y la neutralización de compuestos reactivos capaces de causar un daño molecular oxidativo.
Para que se entienda algo mejor, el oxígeno, que por una parte es esencial para la vida, por otra puede convertirse en especies reactivas oxidantes mediante procesos celulares como la respiración, la función inmune,… Estos reactivos, en condiciones normales, son desactivados por el organismo gracias a sus defensas antioxidantes (enzimas, vitamina C y E, proteínas, etc.) pero cuando se producen en exceso estos reactivos oxidantes, las defensas se saturan y son insuficientes, produciendo daños en las células del organismo.
Entre los daños que suelen causar destaca el que se produce en las membranas celulares de las células del músculo esquelético (miocitos) el cual causa una respuesta inflamatoria, generando dolor y fatiga muscular.
¿Cuál es la relación entre estrés oxidativo y ejercicio físico?
Por norma general, al practicar ejercicio aumenta el consumo de oxígeno. En función de la intensidad y la duración del mismo, este aumento de oxígeno se puede transformar en daño o beneficio:
- El ejercicio intenso (prolongado/puntual) incrementa el consumo de oxígeno en 10-15 veces por encima del valor de reposo para satisfacer las demandas de energía. Esto produce un estrés oxidativo que conduce a la generación de radicales libres y peroxidación de lípidos, además de provocar una reducción tisular de la cantidad de Vitamina E (antioxidante). Todo ello genera fatiga, daño muscular y un descenso de las defensas del organismo.
- El ejercicio moderado y regular, por el contrario, proporciona pequeños estímulos, como bajas/moderadas concentraciones de especies reactivas y otras especies oxidantes, que generan un mayor grado de activación de las enzimas antioxidantes y una mayor síntesis de las mismas, tanto en músculo como en células sanguíneas y plasma. Es decir, se observa la activación en las células de genes que codifican proteínas con función antioxidante o reparadora de macromoléculas.
¿Cómo puedo combatir el daño oxidativo?
Como hemos podido ver, la práctica regular de ejercicio físico moderado tiene un papel importante a la hora de neutralizar los radicales libres y evitar y/o mitigar el daño por estrés oxidativo.
Los antioxidantes también protegen al cuerpo del estrés oxidativo, ayudando a una recuperación muscular más rápida tras las actividades más intensas, e incluso ralentizando los procesos de envejecimiento prematuro que causan. Además, fortalecen el sistema inmunológico, reduciendo la frecuencia de síntomas de enfermedad o debibilidad muscular.
Para personas con cargas de entrenamiento muy altas puede resultar necesario aumentar el consumo de alimentos ricos en antioxidantes, como pueden ser: frutos rojos, frutas cítricas, aguacate, aceite de oliva, canela, tomates, brócoli, chocolate negro,… o incluso tomar complementos alimenticios con vitaminas C y E, o minerales como el Zinc, que ayudan a proteger a las células del daño oxidativo.
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